España – INEA 20 años de reconversión ecológica a través de la agroecología

Conversamos con Felix Revilla, jesuita español director de la Escuela Universitaria de ingeniería Agrícola en Valladolid sobre las transformaciones de los últimos años y la capacidad de la institución de repensarse y reestructurarse (no solo cambiar el currículo sino la pedagogía) pasando de servir a la agricultura convencional a lo agroambiental.

Felix, cuéntanos qué es INEA?

“INEA era una escuela muy convencional y en un momento dado nos dimos cuenta de que eso no tenía salida, porque estábamos enseñando lo mismo que enseñaba todo el mundo. Pero nos dimos cuenta hace 20 años que de que había dar un vuelco y meternos a pensar y aprender y practicar la agricultura ecológica. No fue fácil porque otros profesores, directivos, y jesuitas no lo veían muy claro. Y dentro de la ciudad y del gobierno tampoco. Fuimos entonces a donde el alcalde de Valladolid y le dijimos: la finca (tierras) de la escuela es grande y nos gustaría hacer un proyecto social con personas mayores. ¡Pero la verdad es que no sabíamos muchas cosas, y si íbamos a tener éxito o no! Comenzamos en 2005 con doscientos huertos; un año después del alcalde nos pidió que abriéramos otros cien, y al año siguiente otros ciento cincuenta huertos; de manera que ahora tenemos 450 huertos de 7 metros por 15 metros, sólo para personas mayores”.

¿Qué importancia ha tenido todo ese proceso en la institución, qué impactos en la gente y en la ciudad?

“Pusimos los huertos en medio de la finca. Poner una cosa en el centro influye. Te cambia la vida, y claro: todas las personas en la escuela tenían que ver con el proyecto. Quien entra o sale de INEA tiene que ver con los huertos. Son más de 1000 personas que varias veces a la semana - algunos diariamente – y allí socializan, aprenden, descansan, hacen amigos, se prestan favores, se apoyan en su alimentación, etc. Todo tiene que ser orgánico y lo único que está prohibido es vender”.

“Pero también con esta experiencia fuimos descubriendo que teníamos también que cambiar nuestra manera de enseñar. Y así la agricultura ecológica se metió en el currículo, en la formación humana, en el día a día de la escuela. Por eso todos los alumnos dedican algún tiempo de sus estudios o de sus trabajos finales a la agroecología. Y claro: también tenemos que enseñar a vender lo que se produce. Y como alternativa al comercio convencional pusimos unos puntos ecológicos en la ciudad y también una cooperativa que se llama “come sano, come justo”. La cooperativa ha tenido mucha influencia en Valladolid, ha potenciado mucho otras tiendas orgánicas, y ofrecemos también productos de comercio justo. En la cooperativa se vende lo que se produce ecológicamente en la granja de la universidad y entre los productores orgánicos de los alrededores”.

¿Qué ha significado esta experiencia para los jesuitas?

Hace unos años el entonces provincial, P. España, nos permitió a tres compañeros jesuitas que vivíamos en un colegio ir a vivir al campus de INEA. Esta experiencia ha sido muy importante, yo diría fundamental; no sólo porque compartimos allí la vida con otras personas: familias migrantes (colombianos, brasileros, rusos) y hacemos una misma comunidad de vida con ellos, sino porque estar allí en esa nueva comunidad nos ha permitido entender y vivir este proyecto como algo vital para nosotros. No son 8 o 10 horas que yo dedico a la escuela durante el día, sino que la escuela es la vida. Identificados en la cotidianidad 24 horas / 24 con lo que queremos hacer.”

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¿Cómo evalúas tu esta experiencia de los huertos y de la agricultura ecológica?

“Hemos cumplido 20 años. Y entonces le pedimos a la Cátedra de Impacto Social de la Universidad de Comillas, a la que de alguna manera pertenecemos, que hiciera un estudio cuantitativo y cualitativo del impacto de INEA. En anexo tienes el estudio. Entre algunas de las cosas que dice en sus conclusiones es que “en general, el proyecto, no solo ha creado un espacio para la producción de alimentos, sino que ha cultivado una comunidad comprometida, ha proporcionado oportunidades educativas significativas y ha fomentado conexiones emocionales y sociales valiosas. Estas conclusiones sugieren que el proyecto va más allá de ser de utilidad práctica, contribuyendo también al bienestar general y a la cohesión social en la comunidad de Valladolid” (ver completo informe anexo)”.

Algunos, de manera jocosa, pero insinuante en vez de llamar a la cooperativa come sano, come justo, la llaman come caro, come justo. ¿Cómo manejan ustedes los preciso en la cooperativa y por qué crees que se da esta idea?

“Mira, a un productor agroecológico le toca trabajar más porque produce menos cantidad, con menos aparataje tecnológico (que es caro) y tiene más trabajo manual. Produces menos y te da mucho trabajo. No puedes usar mecanismos industrializados; aunque es verdad que no gastas en productos. Pero para colectar una hectárea de patata tienes que hacerlo a mano. El resultado es menor, pero la cualidad es mucho mejor. Es verdad que es más costos y difícil producir hoy ecológicamente; en comparación con la agricultura convencional y mecanizada. Pero de todas maneras en las cooperativas podemos vender al precio del mercado común.No tiene que ser más caro”.

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Publicado por SJES ROME - Coordinador de Comunicaciones in SJES-ROME
SJES ROME
El SJES es una institución jesuita que ayuda a la Compañía de Jesús a desarrollar la misión apostólica, a través de su dimensión de promoción de la justicia y la reconciliación con la creación.

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